Vivimos en un mundo pletórico de datos, frases e íconos. La percepción que los seres humanos tenemos
de nosotros mismos ha cambiado, en vista de que se ha modificado la apreciación
que tenemos de nuestro entorno, Se habla mucho de la Sociedad de la
Información. ¿Qué rasgos la definen? ¿En qué aspectos resulta novedosa? ¿En qué
medida puede cambiar la vida de nuestros países? ¿Qué limitaciones tiene ese
nuevo contexto? A ese nuevo contexto lo definen características como las
siguientes1 Exuberancia.. Disponemos de una apabullante y diversa cantidad de datos. Se trata de un volumen de información tan
profuso que es por sí mismo parte del escenario en donde nos desenvolvemos
todos los días. 2. Omnipresencia. Los nuevos instrumentos de información, o al
menos sus contenidos, los encontramos por doquier, forman parte del escenario
público contemporáneo (son en buena medida dicho escenario) y también de
nuestra vida privada. Nuestros abuelos fueron contemporáneos del surgimiento de
la radio, se asombraron con las primeras transmisiones de acontecimientos
internacionales y tenían que esperar varios meses a que les llegara una carta
del extranjero La generación siguiente creció y conformó su imaginario cultural
al lado de la televisión, que durante sus primeras décadas era sólo en blanco y
negro, se enteró con pasmo y gusto de los primeros viajes espaciales, conformó
sus preferencias cinematográficas en la asistencia a la sala de cine delante de
una pantalla que reflejaba la proyección de 35mm y ha transitado no sin asombro
de la telefonía alámbrica y convencional a la de carácter celular o móvil. Los
jóvenes de hoy nacieron cuando la difusión de señales televisivas por satélite
ya era una realidad, saben que se puede cruzar el Atlántico en un vuelo de unas
cuantas horas, han visto más cine en televisión y en video que en las salas
tradicionales y no se asombran con la Internet porque han crecido junto a ella
durante la última década frecuentan espacios de chat, emplean el correo electrónico
y manejan programas de navegación en la red de redes con una habilidad
literalmente innata 3. Irradiación. La Sociedad de la Información también se
distingue por la distancia hoy prácticamente ilimitada que alcanza el
intercambio de mensajes. Las barreras geográficas se difuminan; las distancias
físicas se vuelven relativas al menos en comparación con el pasado reciente. Ya
no tenemos que esperar varios meses para que una carta nuestra llegue de un
país a otro. 4. Velocidad. La comunicación, salvo fallas técnicas, se ha vuelto
instantánea. incluso existen mecanismos para entablar comunicación simultánea a
precios mucho más bajos que los de la telefonía tradicional.5 Multilateralidad
/ Centralidad. Las capacidades técnicas de la comunicación contemporánea
permiten que recibamos información de todas partes, aunque lo más frecuente es
que la mayor parte de la información que circula por el mundo surja de unos
cuantos sitios. Esa tendencia se mantiene en la Internet, en donde las páginas
más visitadas son de origen estadounidense 6. Interactividad / Unilateralidad.
A diferencia de la comunicación convencional (como la que ofrecen la televisión
y la radio tradicionales) los nuevos instrumentos para propagar información
permiten que sus usuarios sean no sólo consumidores, sino además productores de
sus propios mensajes. En la Internet podemos conocer contenidos de toda índole
y, junto con ello, contribuir nosotros mismos a incrementar el caudal de datos
disponible en la red de redes. Sin embargo esa capacidad de la Internet sigue
siendo poco utilizada. La gran mayoría de sus usuarios son consumidores pasivos
de los contenidos que ya existen en la Internet. 7. Desigualdad. La Sociedad de
la Información ofrece tal abundancia de contenidos y tantas posibilidades para
la educación y el intercambio entre la gente de todo el mundo, que casi siempre
es vista como remedio a las muchas carencias que padece la humanidad. 8.
Heterogeneidad. En los medios contemporáneos y particularmente en la Internet
se duplican –y multiplican– actitudes, opiniones, pensamientos y circunstancias
que están presentes en nuestras sociedades. Si en estas sociedades hay
creatividad, inteligencia y arte, sin duda algo de eso se reflejará en los
nuevos espacios de la Sociedad de la Información. Pero de la misma manera,
puesto que en nuestras sociedades también tenemos prejuicios, abusos,
insolencias y crímenes, también esas actitudes y posiciones estarán expresadas
en estos medios. Particularmente, la Internet se ha convertido en foro para
manifestaciones de toda índole aunque con frecuencia otros medios exageran la
existencia de contenidos de carácter agresivo o incómodo, según el punto de
vista de quien los aprecie. 9. Desorientación. La enorme y creciente cantidad
de información a la que podemos tener acceso no sólo es oportunidad de
desarrollo social y personal. También y antes que nada, se ha convertido en
desafío cotidiano y en motivo de agobio para quienes recibimos o podemos
encontrar millares de noticias, símbolos, declaraciones, imágenes e
incitaciones de casi cualquier índole a través de los medios y especialmente en
la red de redes. 10. Ciudadanía pasiva. La dispersión y abundancia de mensajes,
la preponderancia
de los contenidos de carácter comercial y
particularmente propagados por grandes consorcios mediáticos y la ausencia de
capacitación y reflexión suficientes sobre estos temas, suelen aunarse para que
en la Sociedad de la Información el consumo prevalezca sobre la creatividad y
el intercambio mercantil sea más frecuente que el intercambio de conocimientos.
. No pretendemos que no haya intereses comerciales en los nuevos medios –al
contrario, ellos suelen ser el motor principal para la expansión de la
tecnología y de los contenidos–. Pero sí es pertinente señalar esa tendencia,
que se ha sobrepuesto a los proyectos más altruistas que han pretendido que la
Sociedad de la Información sea un nuevo estadio en el desarrollo cultural y en
la humanización misma de nuestras sociedades. . La Sociedad de la Información
es expresión de las realidades y capacidades de los medios de comunicación más
nuevos, o renovados desarrollos tecnológicos que se consolidaron en la última
década del siglo: la televisión, el almacenamiento de información, la
propagación de video, sonido y textos, han podido comprimirse en soportes de
almacenamiento como los discos compactos o a través de señales que no podrían
conducir todos esos datos si no hubieran sido traducidos a formatos digitales. La
digitalización de la información es el sustento de la nueva revolución
informática. Su expresión hasta ahora más compleja, aunque sin duda seguirá
desarrollándose para quizá asumir nuevos formatos en el mediano plazo, es la
Internet. La mundialización mediática modifica las maneras de percibir la
dimensión local y regional, de la misma forma que altera los alcances
tradicionales de la dimensión nacional y la dimensión mundial. Los asuntos y
acontecimientos en cada uno de esos planos no necesariamente se modifican por
el hecho de ser conocidos en sitios en donde antes no se hablaba de ellos. Pero
la percepción de esos y el resto de los asuntos y acontecimientos sí tiende a
ser distinta. La globalización, que en buena medida es un proceso mediático,
nos permite reconocer semejanzas pero no por ello quedan abolidas las
peculiaridades y diferencias que distinguen a nuestras sociedades. La velocidad
e incluso la inmediatez de las comunicaciones junto con la creciente intensidad
de los flujos migratorios están contribuyendo a disolver las fronteras
nacionales, al menos con los rasgos que hasta ahora se les han conocido. Pero
paradójicamente las fronteras creadas por la disparidad económica, lejos de suavizarse, en ocasiones se vuelven más ásperas
debido al desigual acceso a los recursos mediáticos y tecnológicos. Hoy es
posible entender a la globalización como una serie de procesos
multidireccionales y no simplemente como la internacionalización de culturas y
mensajes que solían estar apartados unos respecto de otros. En Internet entre
otras formas de intercambio surgen nuevos modos de solidaridad, desde las
cadenas de mensajes hasta la coordinación de protestas o adhesiones respecto de
las más diversas causas. Y también aparecen nuevas formas de aislamiento, tanto
entre las personas como entre las naciones.
En el mundo digital se difuminan las fronteras convencionales. En la
Internet no hay un centro y por lo tanto, tampoco una periferia. Todos podemos
ser el centro, aunque jamás sepamos qué tan lejos están los alrededores. . La más importante es la ya señalada
desigualdad en el acceso a los recursos informáticos, que no es sino expresión
de las dificultades para extender la cultura y los medios para aprehenderla
entre las grandes mayorías en los países de menor desarrollo. Los nuevos
recursos informáticos constituyen una oportunidad enorme para afianzar la
presencia global de nuestros países al mismo tiempo que para enriquecernos con
la cultura y la creación universales. Pero eso no ocurrirá sin políticas
intencionales y de largo alcance para no sólo estar conectados a las redes
informáticas, sino para junto con ello saber transitar por sus concurridas
arterias. . La globalización, que antes que intercambio de mercancías es flujos
de información, es profundamente desigual. Reconocer esa desigualdad no es
novedoso, ni basta con ello. Claro que por algo se empieza. A la desigualdad en
el acceso a la Sociedad de Información y específicamente a la Internet, ahora
se le denomina la brecha digital, the digital divide. Prácticamente en cada
país, un porcentaje de personas tiene la mejor información tecnológica que la
sociedad puede ofrecer. Esa gente tiene las más poderosas computadoras, el
mejor servicio telefónico y el más veloz servicio de Internet, de la misma
manera que cuentan con riqueza de contenidos y capacitación aventajada en sus
vidas. "Hay otro grupo de personas. Son las personas que por una u otra razón
no tienen acceso a las más nuevas o mejores computadoras, el más confiable
servicio telefónico el más veloz o el más conveniente de los servicios de
Internet. . La diferencia entre esos dos grupos de gente es lo que denominamos
La Brecha Digital. "Estar en el lado menos afortunado de la brecha
significa que hay menos oportunidades para tomar parte en nuestra nueva
economía sustentada en la información, en la cual muchos más empleos estarán
relacionados con las computadoras. También significa que hay menos oportunidades
para participar de la educación, la capacitación, las compras, el
entretenimiento y las oportunidades de comunicación que están disponibles en
línea. En general, aquellos que son pobres y viven en áreas rurales están cerca
de 20 veces más en riesgo de quedar rezagados que los más prósperos residentes
de las áreas urbanas. Aún en las grandes ciudades e incluso en los países más
industrializados existen zonas de las sociedades marginadas del acceso a las
nuevas ofertas de información. Un
estudio elaborado con el propósito de documentar los avances europeos al
respecto señalaba, con cierto optimismo, que: "Las sociedades de la
información se caracterizan por basarse en el conocimiento y en los esfuerzos
por convertir la información en conocimiento. Cuanto mayor es la cantidad de
información generada por una sociedad, mayor es la necesidad de convertirla en
conocimiento. Otra dimensión de tales sociedades es la velocidad con que tal
información se genera, transmite y procesa. En la actualidad, la información
puede obtenerse de manera prácticamente instantánea y, muchas veces, a partir
de la misma fuente que la produce, sin distinción de lugar. Finalmente, las
actividades ligadas a la información no son tan dependientes del transporte y
de la existencia de concentraciones humanas como las actividades industriales.
Esto permite un reacondicionamiento espacial caracterizado por la
descentralización y la dispersión de las poblaciones y servicios . En el
anverso, se encuentran las dificultades para que esos mecanismos de información
sean compartidos por la mayoría de las personas. La necesidad de ambiciosas
políticas desplegadas por el Estado para extender los beneficios de la Sociedad
de la Información fue reconocida al menos ya durante todo el último del siglo
XX. Sólo con políticas estatales (y regionales incluso, amalgamando los
recursos de varios países) la información será un bien de la sociedad y no
simplemente la nueva riqueza para quienes ya son privilegiados en otros
ámbitos. En la construcción de esas políticas públicas es pertinente advertir
qué es y qué puede ser, con todas sus ventajas y limitaciones, la Sociedad de
la Información.
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